La angustia: una señal del cuerpo - Perspectiva Sur

Un artículo sobre la angustia escrito por el equipo de Perspectiva Sur.

En psicoanálisis, es más frecuente hablar de angustia antes que de ansiedad. Ambos términos refieren en líneas generales a la misma experiencia afectiva: sensaciones de malestar que tenemos en el cuerpo, normalmente acompañadas por un nudo en la garganta y presión o calor en el pecho.

¿Qué es la angustia?

La angustia, para quien la experimenta, no guarda relación directa con ningún elemento en específico. Cuando se teme, por ejemplo, se teme a algo. Cuando se está preocupado, la preocupación se vincula a una expectativa determinada. En cambio, cuando se está angustiado, es difícil establecer las razones.

Las personas que intentan determinar qué es aquello que las angustia, en ocasiones logran vincularla a una determinada situación o al trato con una determinada persona. Lo más habitual en esos casos es que pese a haber podido asociar su angustia con algún elemento, no puedan precisar qué de ello les afecta. Por ejemplo: una persona puede darse cuenta de que se angustia en su trabajo, pero no puede ubicar si se debe a la relación con sus compañeros, a la relación con sus jefes, al tipo de trabajo que realiza, etc. Cuando la persona, por sus propios medios o gracias a un trabajo terapéutico, logra esclarecer los motivos, es probable que la angustia se aplaque y termine cediendo.

La angustia como señal

Como todo estado afectivo, la angustia tiene distintos grados de intensidad. De la misma manera que una persona puede estar alegre y muy alegre, o triste y muy triste, la angustia puede ser leve y soportable, o muy intensa e inmanejable. Cuando la angustia es leve, en psicoanálisis la pensamos como una señal. Así como las señales de tránsito nos indican por donde ir y de qué manera hacerlo, nuestra mente nos puede dar señales que nos orienten.

La angustia en niveles bajos cumple esta función de señal. En primer lugar, de que la situación en la que nos encontramos, o la idea que apareció en nuestra mente al momento de angustiarnos, guarda una incógnita. Por esta razón, la angustia siempre supone una pregunta, un interrogante para la persona que la siente. Es la manera que tenemos de advertirnos que hay una pregunta sobre nuestra cotidianeidad y/o nuestra historia que debemos despejar.

Entonces, desde el psicoanálisis proponemos que el primer paso sea convertir esa señal en una pregunta concreta, por ejemplo: “si me angustio cada vez que voy a mi trabajo y me pongo a completar formularios, ¿no será que no es el trabajo que quiero para mi vida?”.

Una ruptura del equilibrio interno

La angustia, cuando cumple la función de señal, también nos indica que algo del equilibrio interno que teníamos conservado hasta el momento se ve amenazado. Es muy común que las personas relaten en su terapia que, hasta determinado momento de sus vidas, nada los preocupaba ni angustiaba, pero después de cierto evento, fecha o año, empezaron a sentirse así sin saber por qué. Lo más notorio es que, pese a que intentan llevar sus vidas con la misma regularidad que antes, no logran deshacerse de ese sentimiento. Teniendo en cuenta lo que dijimos, la angustia señal es un interrogante que insiste.

Quienes logran elaborar la angustia que los aqueja, suelen descubrir que lo que estaba en juego era un deseo personal. Que la manera en que estaban llevando algún aspecto de su vida dejaba un deseo frustrado, coartado y que la angustia refería a esto. En conclusión, la angustia señal es una manera específica que tenemos para preguntarnos sobre nuestros propios deseos y qué lugar están teniendo en nuestras vidas.